"Ve el mundo. Es más fantástico que cualquier sueño." Ray Bradbury
Salimos de Rumania con pena de tener que abandonar este país tan bonito como acogedor, pero con la esperanza de volver.
Nos hemos despedido de un país hospitalario, con gente super amable y dispuesta a ayudar, paisajes brutales y carreteras moteras y entramos en Hungría, no se bien si fue por llevar las expectativas tan altas después de Rumania o porque realmente nos toco una zona más que fea aburrida de este país, pero se nos estaba haciendo el día muy cuesta arriba.
No encontramos ni una pequeña curva ni siquiera cuando nos salíamos de la red principal de carreteras y cogíamos locales o comarcales. Tedio y aburrimiento, mucho trafico, velocidades imposibles y calor, mucho calor.
Tras pasar por Debrecen y Pecs, decidimos, no se si acertadamente o no, alterar la ruta inicial que era parar en Seged y cruzar a Croacia por la ya cercana Barcs, tras más de setecientos km, mucho calor y casi once horas de moto, solo parando a repostar unas veces Beltzi y otras nosotros, atravesamos la frontera.
Todo mejoro en cuanto pasamos a Croacia, bosques verdes, temperatura aceptable, bonita y alegre carretera sin apenas trafico. Con todo esto cuando llegamos a Kutina nos pareció un lugar agradable para parar.
Es un bonito pueblo donde además de la zona nueva han conservado un pequeño barrio con las casas tradicionales de madera, el molino y diversas construcciones muy curiosas.
Dimos un paseo para estirar las piernas y al parar a refrescarnos en una terraza nos echamos un curioso amigo que quería compartir con nosotros la cerveza.
Kutina tiene, además, un bonito parque de castaños y se encuentra dentro de la ruta del vino de Moslavia, por lo que se hizo imprescindible probarlo con la cena.
Bueno acabamos la jornada mucho mejor de lo que preveíamos al inicio, asique nos fuimos a la cama bastante complacidos y esperando que la siguiente jornada que nos iba a llevar hasta Split, donde cogeríamos el ferry de vuelta a Italia fuese por lo menos un poco más amena en cuanto a carreteras se refiere.
Así fue, las carreteras croatas, se nos hicieron más amenas, cruzando por parques naturales donde la frondosidad de sus arboles nos hacían la ruta mucho más fresca y divertida.
Cuando nos acercábamos a los Lagos de Plitvice, que no íbamos a poder visitar en esta ocasión por tiempo e infraestructura, ya que esta no era la ruta original, descubrimos otro pueblo de maravillosas cascadas e impresionantes postales en todos su rincones: Rastoke.
Desde la carretera mismo vimos las cascadas. Y es que desde los diversos parkings se tienen unas maravillosas vistas del conjunto del pueblo.
No podíamos dejar de parar, ya que la visita completa no lleva más de una o dos horas, y además nos venia bien una parada.
Esta considerado monumento cultural de Croacia. Fue bastante destruido en la Guerra de los Balcanes pero ha sido reconstruido para poder verlo como lo hacemos ahora. Porque además de las bellísimas cascadas y lagos, sus casas tradicionales construidas en piedra y madera con tejados de pizarra y asentadas sobre pilares de piedra que las aíslan del agua.
Existen además molinos de mas de trescientos años de antigüedad que usan la fuerza del agua para moler ya que este pequeño pueblo se encuentra en la unión de los ríos Slunjcica y Korona, de ahí también las numerosas cascadas.
Encontrar este pueblecito en nuestra ruta fue otra de las muchas agradables sorpresas que este viaje nos tenia reservadas.
La ruta de hoy eran casi cuatrocientos kilómetros, asique tuvimos que parar a almorzar, y encontramos un sitio fabuloso en un recodo del rio Krka, a las afueras de Knin. Lo cierto es que en este país hay lugares fabulosos en cualquier esquina para hacer un refrescante picnic.
Nuestra ultima parada en Croacia iba a ser Split, decidimos llegar con tiempo para hacer una visita en profundidad, ya que el lugar lo merece.
El lugar que Diocleciano eligió para hacerse un palacete donde descansar en su retiro, es hoy el corazón de esta ciudad.
Y es que el Palacio es toda una ciudad en su interior, rodeado de murallas y con cuatro puertas principales a cada una mas bonita.
La puerta Ferrea junto a la torre de Nuestra Señora del Campanario y que nos conduce al patio donde se celebraban las ceremonias oficiales. La Puerta Aurea, que era la principal y por tanto la más majestuosa. La Puerta Platea que se parece mucho a la Aurea pero más humilde y nos lleva derechos al Mercado. La Puerta de Laton, al Sur y que conecta el palacio con el paseo marítimo.
El Peristilo era y sigue siendo el corazón de esta pequeña ciudad dentro de las murallas. Las actuaciones de todo tipo de artistas tienen aquí al aire libre un espectacular escenario, con la multitud sentada en las impresionantes escaleras.
La Catedral de San Domnius, que antiguamente fue el mausoleo de Diocleciano, el ultimo emperador que persiguió a los cristianos, se convirtió después de su muerte en lugar de culto de los perseguidos. Cosas de la vida que da muchas vueltas.
Los subterráneos estupendamente conservados y hoy convertidos en curiosas galerías de arte.
Pasear a la sombra por estrechas callejuelas, la vida que no para dentro de este lugar, todo lo convierte en un escenario perfecto para series como Juego de Tronos. Un lugar estupendo para dejar volar tu imaginación.
Preciosa puesta de sol desde el ferry y por la mañana ya estaríamos en Italia, y por tanto mas cerca del final de este maravilloso viaje.
Teníamos todo el día para cruzar hasta Chivitaveccia donde cogeríamos el otro ferry, así que tranquilidad total conociendo lugares que nos pillaban de paso.
Perugia es una parada imprescindible, todo esta cerca y su casco histórico es muy bonito y esta muy bien conservado.
En la capital de Umbría el corazón neurálgico es La Piazza IV noviembre, antiguamente era el punto de salida de las cinco vías reales allí existentes.
En el centro de la plaza esta el símbolo de la ciudad la Fontana Maggiore una obra maestra del s. XIII. Estatuas y relieves de ninfas, los signos del zodiaco, las labores del calendario agrícola, santos, figuras mitológicas,... es un gustazo observar tal profusión de esculturas y buscar su significado.
Al lado de la fuente hay una alcantarilla que es un pozo medieval a 47 metros de profundidad, para no quedarse sin agua en los posibles ataques enemigos.
La catedral de San Lorenzo con su fachada inacabada esconde en su interior bonitas obras de arte, entre la que destaca el coro de madera tallada, que ahora esta algo dañado por un incendio en la época de los ochenta.
Presidiendo la plaza el Palazzo del Priori, un bello edificio del s. XIII con bellísimos relieves. Llama mucho la atención la gran escalinata pero esta es un añadido de principios del s. XX, el tesoro esta en su interior, con frescos originales de su construcción y bonitas sillerías de madera del s. XIV.
En los bajos del palacio esta la sede desde 1390 de los mercaderes de Perugia donde se conservan los murales de la sala de Audiencias.
El oratorio de San Bernardino, la basílica de San Doménico, la Abadía de San Pedro, la capilla de San Severo son algunas de sus muchas iglesias visitables.
Un riquísimo café italiano, con un dulce, todo acompañado de una estupenda banda sonora de jazz, ya que se celebraba un festival, fue el colofón para comenzar la mañana divinamente.
Continuamos hasta Todi, preciosa ciudad medieval de calles estrechas y tortuosas.
La ciudad esta encerrada entre dos murallas una de origen romano y otra medieval. El corazón del casco histórico es la Plaza del pueblo.
La catedral o el duomo se halla también en esta plaza.
Diversos palacios rodean la bella plaza y por debajo, un sistema de cisternas romanas que en algunas partes se pueden visitar.
Y como en toda ciudad italiana numerosas y enormes iglesias. El templo de Santa María diseñado por Borromini merece la pena una corta visita, ya que es mucho más impresionante su exterior que su interior.
Continuamos paralelos al rio Tevere hasta el lago Corbara donde la temperatura comenzó a ser un infierno.
Un trozo de pizza y una Peroni bien fría fue un estupendo almuerzo.
De allí hasta Chivitaveccia donde nos refrescamos y dimos un paseo por al lado del mar viendo los múltiples puestos artesanos que se concentran en las tardes de verano.
Acabamos nuestra estancia en Italia en la Taberna del Puerto, mi sitio favorito en Chivitaveccia, donde un plato de estupenda pasta nos hizo la espera del ferry más llevadera.
Y 6226 km después volvimos para casa, con una pocas palabras en rumano, decenas de anécdotas, cientos de colores que recordar y miles de imágenes imposibles de olvidar.
Gracias a mi motero favorito por hacer que este viaje haya sido magnifico.
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