lunes, 24 de julio de 2023

RUMANIA, MAS QUE SORPRENDENTE


EXPLORA EL JARDIN DE LOS CARPATOS

RUMANIA UN PAIS QUE DESPIERTA LOS SENTIDOS

Son varios slogan turísticos rumanos, pero como he leído en algún articulo periodístico, es imposible describir este país en una sola frase. Con una importante y muy diversa historia detrás, posee ciudades con mucho encanto, innumerables leyendas, grandiosos edificios, conjuntos monumentales patrimonio de la Humanidad, bosques vírgenes, parajes montañosos, una variada y rica gastronomía y sobre todo la amabilidad de su gente. Todo eso es Rumania. Como podéis ver me gusto mucho el país.

Pertenece a la UE desde 2007 y aunque goza de un nivel económico más alto que nunca y tiene una creciente inversión extranjera e importantes avances tecnológicos, sigue siendo un país pobre. Tanto es así que todavía no cumple con los requisitos que le han impuesto para proclamar al euro como moneda oficial y lo sigue siendo el leu. Es importante, durante tu viaje, tener algo de dinero rumano porque aunque aceptan euros y tarjeta de crédito en casi todos los lugares, para algunas pequeñas cosas, como pagar los aseos u otros pequeños gastos es necesario.

El idioma oficial es el rumano que proviene del latín, la raíz por tanto de su idioma, el nuestro, el italiano, el francés y algún otro es la misma, debido a ello y a que hay nueve millones de rumanos trabajando fuera de su país, es fácil encontrarse a alguien que hable castellano o italiano, con lo cual no es difícil entenderse. El ingles, alemán o francés también son idiomas usados con frecuencia por gran parte de la población, solo en las áreas rurales hablan únicamente su idioma, pero es un país de gente amable que hace lo imposible por entenderte y hacerse entender. 

La cultura rumana es rica y variada ya que  siempre ha sido un punto de encuentro de tres zonas muy variopintas y todas esas influencias de griegos, de pueblos eslavos, de romanos, de turcos de alemanes han dejado aquí su impronta.

Entramos a Rumania por el oeste. Timisoara es la capital de esta región de Rumania que hace frontera con Hungría y Serbia.

Es una ciudad multicultural con minorías de toda Europa debido a los constantes cambios en las fronteras de los países que la rodean. Fue parte de los imperios húngaro, otomano y austrohúngaro, de todos esos repetidos cambios debe su ambiente tan cosmopolita. Es la ciudad rumana con mayor renta per cápita  duplicando a la media nacional.

Su historia es muy larga pero hay dos pequeños detalles que describen el carácter de la ciudad. Uno,  cuando en 1884 paso a ser la primera ciudad de Europa en tener alumbrado público eléctrico, eso en aquella época la convirtió en una urbe muy vanguardista. Y el otro, que en 1989 fue el primer foco de la revuelta contra la dictadura de Nicolae Ceaucescu, tras dos largas décadas de régimen comunista se vivieron allí las primeras protestas.

Es conocida como la pequeña Viena por su cantidad de museos, sus numerosos eventos culturales y su animada vida nocturna. Todo eso, también, le ha llevado este año 2023 ha ser una de las tres capitales culturales europeas.

Nuestro primer objetivo era llegar al hotel a deshacernos de las maletas, de la ropa de moto y asearnos y refrescarnos en condiciones. Un joven muy amable que tenia la misma idea de español que nosotros de rumano, nos atendió de maravilla y mediante el teléfono y una amiga que  hablaba nuestro idioma pudimos arreglarnos de maravilla. Primer problema resuelto gracias a la amabilidad que luego recibiríamos en multitud de ocasiones.

Salimos del hotel y tras cruzar un bonito parque fuimos a dar a la Catedral Metropolitana de Timisoara. En cualquier parque o jardín aprovechan para homenajear a sus lideres y gente importante.

La catedral es el templo religioso más grande de la ciudad, destacando los once campanarios que la forman y  sus altas cúpulas decoradas con tejas rojas y verdes en mosaico.

Si no es suficiente su belleza, impresiona también por ser la segunda iglesia más alta de Rumania con 90m de altura.

Se halla en la ajardinada plaza de la Victoria. Aquí comenzó la revolución anticomunista. Y como no podía ser de otra forma encontramos un monumento a todos los caídos en aquella lucha.

En otro extremo de la plaza esta la Opera Nacional un edificio de mármol blanco con una bella galería en su fachada, de estilo soviético del año 1875. 

En la segunda mitad del siglo XIX las ciudades cambiaron mucho, las casas rusticas fueron sustituidas por casas de inspiración occidental. Los arquitectos rumanos que habían estudiado en su mayoría en el extranjero, sobre todo en la escuela parisina dieron a las ciudades rumanas aspectos que no se ven en  los paises circundantes. Las bellas fachadas de colores de principios del siglo pasado nos rodean. Y en el centro de la Plaza una columna de 5m. de la loba capitolina regalada por Roma en 1926.

Continuamos caminando por  bulevares bellamente decorados y acabamos, entre una gran cantidad de gente, en  la Plaza de la Libertad donde fuimos testigos de uno de sus numerosos festivales y espectáculos, en concreto un evento de jazz que aumentaba, aún si cabe, la pluralidad de sus numerosos visitantes.

Esta Plaza es la más antigua de la ciudad, de 1734, allí se encuentra el antiguo Ayuntamiento, hoy sede de la facultad de música y teatro. La verdad no pudimos disfrutar de todos sus edificios ya que se hallaba colocado el escenario y las sillas para los diferentes conciertos del festival, pero el ambiente y la música hacían del lugar algo muy especial. 

Timisoara es una ciudad que se caracteriza por sus pintorescas plazas llenas de vida y elegantes edificios. y paseando y admirando su arquitectura fuimos hasta la Plaza Uniiri.

A esta plaza  muchos le otorgan el galardón de ser la más bonita de Rumania y realmente es muy bella,  es de la época de los Habsburgo y esta rodeada de palacios barrocos, edificios muy  coloridos y alguna construcción art-Nouveau. Por ejemplo la bonita Casa Bruck con sus originales formas redondeadas.

En un extremo se halla la Vicaria serbio- ortodoxa con una fachada barroca y alguna que otra influencia oriental

En el lado opuesto de la plaza esta la catedral católica de San Jorge, del s. XVIII.

Y al sur, la Prefectura, un enorme palacio barroco que hoy alberga el museo de Arte. 

En el centro de la plaza la columna de la Trinidad, un bello monumento erigido en 1710 cuyo origen da lugar a un montón de diferentes historias.

Toda la plaza esta rodeada de palacios con bellas fachadas de colores de principios del siglo pasado

Sus cafés, restaurantes e incluso algunas avenidas están decorados con mucho gusto y originalidad.

Y entretenidos con unas cosas y otras se nos echo encima la hora de cenar. La gastronomía rumana es muy variada, la materia prima suelen ser verduras, carne de cerdo o vaca, especias y multitud  de lácteos para sus ricos postres. Las sopas son muy variadas y deliciosas.

Cenamos, acompañados de música y un montón de gente joven a nuestro alrededor. Con este ambientazo daba pena ir para la cama.

Así que decidimos continuar con nuestro paseo y disfrutamos de grandes avenidas con numerosas embajadas y enormes palacetes. Y parques, muchos y muy bonitos, no en vano la llaman la ciudad de las Flores.

Yo personalmente extendería el apelativo a todo el país, ya que todos los pueblos, ciudades, rincones, carreteras están llenos de flores que dieron mucha alegría y vistosidad a todo nuestro recorrido, como podréis ver si seguís con la crónica.

Descansados comenzamos nuestro segundo día por tierras rumanas y salimos en dirección a Cluj-Napoca. Cluj es la ciudad más grande de Transilvania y disfruta de una media de edad muy joven debido a su gran Universidad.

Nuestras visitas hoy iban a ser el castillo de Corvin, la ciudadela de Alba Iulia y la salina de Turda.

El castillo de Corvin es realmente impresionante más por fuera que por dentro pero vale la pena la visita y recorrer sus salas. Su construcción comenzó cuando Hunyadi fue elegido gobernador y mando construir esta magnifica edificación allá por 1446.

Por fuera es el típico castillo de cuento y románticas historias de príncipes y princesas.

Es grande e imponente, con altas torres que se ven desde varios kilómetros de distancia.

Algunas de estas torres fueron utilizadas como prisiones. Cuentan que Drácula estuvo aquí preso durante siete años.

Las practicas de tortura fueron también habituales. En varias salas se exponen artilugios, pero lo que mas llama la atención es que tiraban a los prisioneros a los sótanos que estaban llenos de osos.

Esta rodeado por una doble muralla y por torres rectangulares y circulares.

Y como no, como buen castillo medieval,  tiene varias leyendas. La mas conocida es la del pozo del patio. Se dice  mandaron construir el pozo a varios de los presos a cambio de su libertad. Al estar el castillo sobre una roca resultaba muy difícil conseguir llegar al agua, aún así y después de quince años de duro trabajo lo lograron. Sin embargo el rey que les había prometido su libertad había muerto un año antes y su mujer, la reina Elisabeth no cumplió su promesa. Ellos continuaron presos pero al acabar su trabajo grabaron en la roca "Tenéis agua, pero no alma".

De camino a Alba Iulia pasamos por Hunedoara. 

Aparte de las grandes y espaciosas plazas que tienen todas su ciudades, nos llamaron la atención construcciones con muchos y brillantes adornos.

Mas tarde a lo largo del viaje nos enteraríamos que son las casas de los gitanos rumanos que emigraron fuera de su país y a la vuelta han construido mansiones con todo lujo de ornamentación para hacer ostentación de su éxito. Incluso dicen que hay tours para ver estas mansiones.

Nosotros nos las encontramos de paso por Hunedoara, Turda y algunos otros pueblos del norte del país, su apariencia tan llamativa hacen que no pasen desapercibidas.

Continuamos en dirección Alba Iulia pasando por Sebes, queríamos ver su barranco rojo pero  nos defraudo un poco lo que se aprecia desde la carretera, así que decidimos no acercarnos. Había obras y trafico por lo que tomamos la ruta lo más rápida posible para llegar hasta nuestro destino.

Alba Iulia es una pequeña ciudad pero muy importante entre los rumanos, además de por su larga historia, ya en  la época romana fue la capital de Dacia,  por ser donde coronaron al primer rey de Rumania.

La principal visita aquí es a la ciudadela de Alba Carolina, ósea la ciudad de Carlos, en honor a Carlos VI. Esta ciudad con forma de estrella fue construida entre 1714 y 1733 sobre las ruinas de un asentamiento romano del cual han sobrevivido muy pocos vestigios. 

Tras aparcar la moto, y ya dentro de la ciudadela lo primero que vemos es la Catedral de San Miguel, construida en el s. XIII y considerada la  más antigua de Rumania ,es el edificio más representativo de la arquitectura románica en el país. Aunque se le han ido incorporando elementos góticos, renacentistas y barrocos. Alberga en su interior las tumbas de diversos representantes en la cultura rumana.

Debe tener también unos frescos dignos de ver, pero se estaba celebrando una ceremonia con multitud de sacerdotes y yo creo que varios obispos y no pudimos acceder al interior.

Muy cerca esta la Catedral Ortodoxa de la Reunificación , un fabuloso templo construido a principios del s. XX. En ella fue coronado Fernando I, el primer rey rumano, por lo que también se la conoce como la catedral de la coronación. Tiene un bello y ajardinado claustro, pero lo que mas  llama la atención es su campanario de 58 m de altura. 

La visita a la ciudadela se hace muy amena paseando entre edificios magníficos, cafeterías y puestos de comida rápida.

Y sin darnos cuenta la cruzamos de punta a punta para acabar saliendo por una monumental puerta y darnos de lleno con un grandioso obelisco en recuerdo de los lideres de la revuelta campesina de finales del s. XVIII.

Todo el recinto, tanto por fuera como por dentro esta muy bien cuidado y tiene muchas zonas ajardinadas.

La ciudadela esta rodeada por doce kilómetros de muralla bien conservada y seis puertas monumentales a cada cual más bonita. 

Y de allí a Turda. Cruzamos la ciudad sin detenernos, además del calor, estaba muy levantado por obras, y aunque nos llamaron la atención sus edificaciones nuestro destino era la antigua mina de sal, hoy convertida en atracción turística.

En esta mina se lleva extrayendo sal desde la antigüedad, ya se habla en escritos del año 1075 de la explotación. La sal en las paredes hacen bonitos dibujos brillantes que llaman mucho la atención.

En 1932 se abandono la extracción de sal y durante la Segunda Guerra Mundial sirvió de refugio a los habitantes de la zona.

En 2010 se abrió al publico para su visita. Además de la mina en su interior hay un recinto para conciertos y un pequeño parque de atracciones subterráneo.



A la mina se entra por la Galería Franz Joseph, está,  de 917 metros, se utilizaba para transportar la sal  y comunicaba las diferentes salas de la explotación.

Se pueden visitar varias de ellas, entre  las cuales se encuentra la Sala de la Extracción donde se ve como se trasportaba la sal al exterior.

Seguimos a las Minas Rudolph y Theresa.


La mina Rudolph tiene 42 m. de profundidad, hay que bajar 172 escalones para llegar, o bien coger un ascensor panorámico. Esperando nuestro turno pudimos charlar con una joven periodista que había vivido en varios paises, entre ellos en España, y nos conto algunas curiosidades de su país. Nos dijo que había un concierto abajo y tuvimos la oportunidad de apreciar la magnifica acústica que tenia la excavación.
Justo antes de bajar hay un mirador para contemplar la enorme profundidad del pozo, las atracciones allá abajo y la mina Theresa, que se haya a 120m. de profundidad con su lago y sus barquitas.

Es muy chulo verlo todo desde allí arriba.

Al contrario que el resto de los días por aquí ya nos empezamos a encontrar con bastantes moteros sobre todo polacos, croatas y algún que otro ucraniano.

Y cruzando las lagunas que quedan de salinas y algunas zonas más rurales nos dirigimos a nuestro alojamiento de hoy.

Cluj Napoca es la segunda ciudad rumana en cuanto a población y es la capital histórica de Transilvania aunque sea menos conocida que Brasov y Sighisoara . Es además, un lugar con mucho ambiente, fruto de una universidad ocupada por 80000 estudiantes.

En la gran plaza de Avram Iancu se encuentran varios edificios interesantes como son el Teatro Nacional y la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción.

El Teatro Nacional fue construido en 1996 y es de estilo baroco-rococó.

La Catedral Ortodoxa de la Asunción, no tiene relevancia en cuanto a antigüedad pues apenas tiene un siglo, pero su tamaño y su belleza reclaman nuestra atención. Justo delante una descomunal estatua al abogado rumano apodado "el príncipe de las montañas " que es el que da el nombre a la plaza.

A ambos lados pueden observarse bellos edificios barrocos  y por supuesto, cómo no, grandes zonas ajardinadas.

La Iglesia de San Miguel es la más impresionante de la ciudad. Se trata de una edificación gótica del S.XIV, es el segundo templo católico de mayor tamaño de la región, solo por detrás de la Iglesia Negra de Brasov. 

La Plaza Unirii esta rodeada por bonitos edificios de variados colores. Y es el centro neurálgico de la ciudad, con muchos bares y cafés y gran afluencia de turistas. Justo enfrente de la Iglesia un gran monumento a Matias Corvin, sí, el del castillo, que nació aquí.

En la pequeña y acogedora Plaza de los Museos nos tomamos un agradable café, contemplando las fachadas  y disfrutando de un ambiente más que apacible.

Tras reponer fuerzas con una buena cena nos fuimos a la cama con una grata sensación de este segundo día.

Rumania es tierra de leyendas y su pasado medieval, sus misteriosos bosques y sus altas montañas las avivan aún más para hacer volar la imaginación de sus visitantes. La ruta del día siguiente nos iba a adentrar en plena Transilvania, el lugar más visitado de todo Rumania y también el de mayor número de estas historias.

El mito de Vlad Tepes (1431-1476) alimenta todo ese turismo. Este príncipe rumano, que nada tiene que ver con la imagen que tenemos de Drácula, fue un héroe nacional para los rumanos por sus victorias militares y paso a la historia con el apelativo de El Empalador por su extrema crueldad. Todo lo relacionado con él atrae a un numero ingente de turistas.

 Biertan, Sighisoara, Rupea y Brasov eran nuestras metas para hoy.

Las iglesias fortificadas, tras un largo periodo en el olvido, se han convertido en poderosos reclamos turísticos. Sus torres, sus bastiones y pasadizos proporcionaban protección durante los ataques de los pueblos barbaros. En general su interior no esta muy ornamentado solo hay pequeños símbolos, escudos y algún dibujo floral.

Biertan es la joya de las iglesias fortificadas de Rumania, esta incluida en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, además esta estupendamente conservada, ya que fue la sede del obispado hasta el siglo XIX.

Protegen a la Iglesia tres anillos de murallas y esbeltas torres que la convierten en una verdadera fortaleza. Además solo se puede acceder al interior por unos estrechos pasillos con escaleras. Esto hacia que fuera mas fácil combatir los ataques.

Se construyo en el s. XV debido a la amenaza otomana. En esta iglesia, al contrario que en otras también fortificadas, no hay viviendas adosadas a las murallas. Esto es debido a su gran tamaño ya que cabía todo el pueblo dentro de ella. 

Su iglesia gótica fue sede de la iglesia sajona y en su interior llaman la atención su bonito retablo y su gran órgano.

Muy curioso también es un sistema de bloqueo de puertas único en su época. Se cerraban de forma simultanea con una sola llave 19 puertas que protegían todos los objetos de valor.

Se pueden visitar diferentes torres, salones y pasear por las muralla.

La historia curiosa fue una sala llamada la prisión matrimonial, en esta habitación encerraban durante dos semanas, solos y juntos, a las parejas que querían divorciarse, el sistema parece que era efectivo o disuasorio, ya que solo una pareja llego a separarse a lo largo de tres siglos.

Desde Biertan a Sighisoara hay apenas 30km. así que en un momento estábamos en una de las poblaciones más curiosas de Rumania. El casco histórico esta en una zona fortificada en lo alto de una colina. Se trata de la ultima ciudadela medieval habitada de Europa y por ello esta tan bien conservada. 

Aparcamos la moto abajo ya que no dejan entrar vehículos en el casco histórico, este esta todo adoquinado y fue declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1999.  Para subir hasta la ciudadela cómodamente cogimos un pequeño autobús que te lleva  por unos céntimos de euro.


En la plaza principal  se encuentra la Torre del Consejo o la Torre del Reloj, de 1648, que domina el conjunto histórico. Es una torre de sesenta y cuatro metros y dispone de un carrillón con varias figuras que solo funcionan a medianoche. 

En esta Plaza también se encuentra la Iglesia del Monasterio Dominico, una iglesia gótica del s. XII que se encuentra llena de alfombras orientales.

Y en los aledaños de la plaza paseamos por entre un centenar de casas del S. XVI en la calle Tamplarilor.  

La casa de Drácula, hoy convertida en un restaurante, es uno de los lugares más visitados. Aunque Vlad Tepes solo vivió aquí cuatro años, le han sabido sacar buen rendimiento. Te dejan visitarla a cambio de una pequeña entrada o una consumición en el establecimiento.

Por la Strada Scolii y a través de una escalera de madera con tejado, construida en 1642, para que los estudiantes pudieran acceder a la escuela a cubierto, llegamos a lo alto de la colina. Esta escalera es uno de los rincones más icónicos de la ciudad. Y dan un ambiente de cuento a todo el conjunto.


Arriba se encuentra la Iglesia din Deal, pequeña pero bonita, es de estilo gótico y dentro tiene unos frescos del s. XV.  Detrás de esta Iglesia se halla el cementerio sajón. Hasta finales de 1980 quedaban en esta zona muchos descendientes de los sajones que dominaron buena parte de Transilvania, hoy ya casi todos han emigrado a Alemania. En todas las guías de viaje hacen referencia a dicho cementerio, pero lo único curioso es la nacionalidad de todos los fallecidos.

Bajamos del cerro por su lado izquierdo para contemplar las murallas y los bastiones construidos por los diversos gremios de comerciantes en el s. XIV para defender la población de los ataques mongoles.


Las ganas de fotografiar todos los rincones para no olvidar esas sensaciones y momentos van en aumento. Y por supuesto por hacer un poco el tonto. Jajaja


Y una vez visto casi todo decidimos bajar andar andando hasta el parquing y disfrutar un poco más de las estupendas vistas.


Nuestro siguiente destino era Rupea, de la que dicen ser la ciudadela más fotografiada que visitada. Se ve desde lejos, en lo alto de una colina, vigilando toda la llanura. Y para lo imponente que parece, si que es cierto que casi no había visitantes.

Construida en 1324, sobre unas ruinas dacias, es una muestra más de este tipo de edificaciones tan comunes en la región transilvana.

Su función era dar refugio a los habitantes de las poblaciones vecinas frente a las incursiones otomanas. En el siglo XV fue atacada y saqueada y tras un gran incendio que la dejo en ruinas, fue deshabitada.  Posteriormente en el siglo XVII fue retomada como fortaleza hasta el siglo XVIII donde fue definitivamente abandonada.

El castillo esta en una colina a 120m de altura y fue ampliándose con las necesidades que fueron surgiendo al paso de los siglos.

Se hallan tres espacios bien diferenciados por las murallas: la ciudadela de abajo, la intermedia y la superior.

En la ciudadela de abajo se encuentra el punto de acceso y el patio más grande.

En la intermedia se halla la capilla y alguna torre que también se puede visitar.

En la superior, que es la zona más antigua se hallan varias viviendas, las cocinas, la prisión y alguna que otra edificación.

Las vistas desde arriba son muy chulas y se ve perfectamente la división de la ciudadela.

Aunque nos gusto mucho tanto la fortaleza como las vistas, ya lo empezamos a pasar mal por el calor que hacia y tanto subir y bajar con toda la ropa de la moto. Así que decidimos sin entretenernos más, dirigirnos a Brasov que todavía quedaba una hora de camino.

Lo primero que vemos, en lo alto de una colina y antes de entrar, son las letras de la ciudad, al estilo Hollywood, creadas por los estudiantes para tapar un símbolo de la era comunista allí tallado.

Se ve también el telecabina que te sube a la colina desde la que se divisa toda la ciudad. No tuvimos ocasión de cogerlo para disfrutar de las vistas, pero hay tanto que ver y disfrutar en Brasov que hacerlo todo es imposible.


Brasov fue fundada por los caballeros de la orden teutónica en 1211, pero fueron los sajones los que dotaron de importancia a esta zona de Transilvania. Formo parte de las siete ciudades amuralladas pobladas por ellos. La parte medieval con sus plazas, los callejones, las puertas y bastiones es lo más destacable de Brasov.

Los bastiones fueron construidos cada uno por un gremio y ellos también se encargaban de su custodia, el bastión de los carniceros, de los herreros.... aunque el mejor conservado es el de los Tejedores.

La mayor parte de la muralla y muchos de esos bastiones fueron destruidos, la Torre Blanca con su forma circular es una de las pocas que siguen en pie.

La plaza Sfatului es una de las más bonitas del país. Los edificios que la rodean, todos ellos de dos plantas y tejados rojos, son casas de los siglos XVII y XVIII, y hoy son sede de bancos, comercios y restaurantes. Además rodeada de terrazas es el corazón de la ciudad. No nos pudimos resistir a tomar una cerveza contemplando el bonito escenario de fachadas decoradas y casas de colores.

En medio de la plaza el antiguo Ayuntamiento, de 1420, hoy sede del Museo de Historia y de la oficina de Turismo.

En los laterales de la plaza destacan la iglesia ortodoxa, el museo de la civilización y la casa Muresenilor.

Por detrás de la plaza sobresale la inmensa Iglesia Negra que es la iglesia gótica más importante del país. Sus enormes dimensiones mide 89m de largo la convierten en un símbolo de la ciudad. Debe su nombre al gran incendio que sufrió en 1689 y le dejo con ese color.

No pudimos visitar su interior, estaba cerrado al publico con motivo de un festival internacional de teatro y danza que se celebraba  en la ciudad con representaciones de muchos países, incluido por supuesto el nuestro.

En todo el viaje pudimos observar la cantidad de eventos culturales que se realizaban en todo el país, cosa que nos sorprendió gratamente.

Y sobre todo Brasov invita a callejear por sus coquetas calles y así descubrir la que dicen es la más estrecha de Europa con apenas un metro de anchura, la Strada Stofori, o adentrarse en el barrio de Schei, donde se encuentra la catedral de San Nicolás, que además de ser la mas antigua de Brasov, es del s. XIII, tiene a su lado el Museo de la cultura que fue una de las primeras escuelas y donde se imprimieron los primeros libros en lengua rumana.

En el patio encontramos un pequeño cementerio donde descansan los restos de algunas de las personalidades más importantes que ha dado la ciudad.

El incendio de 1689 provoco un desastre en la ciudad afectando a sus edificaciones mas importantes, que tuvieron que ser reconstruidas en otros estilos . La principal calle, la calle de la Republica nos deja ver bellas fachadas rococós, neoclásicas y de algún otro estilo arquitectónico. Esta calle además es la de mas vida de la ciudad. Las terrazas, heladerías y pastelerías.

Para cenar lo hicimos en la Ceaun, es uno de los sitios más apreciados de la ciudad y muy recomendado. Su comida típica rumana realmente lo merece. Un amabilísimo camarero que hablaba varios idiomas se hizo entender la mar de bien y pudimos por fin probar la famosa ciorba de fasole, sopa de judías en bol de pan. Fantástica cena en un muy agradable ambiente y a un precio más que asequible. Lugar recomendable al cien por cien.

En la sobremesa estuvimos hablando de los planes del día siguiente y valorando opciones ya que daba mal tiempo para la fecha que teníamos previsto hacer la Transfagarasan, así que decidimos modificar la ruta y hacer la gran carretera al día siguiente por lo que pudiera pasar.

Tuvimos que sacrificar Rasnov y el interior del castillo de Bran, pero cuando por fin hicimos la Transfagarasan todo había merecido la pena. Es una carretera que no te puedes perder y que hay que disfrutar con buen tiempo.

Bueno vamos paso a  paso. Ruta. 

Nuestro destino para las dos próximas noches era Sibiu, es un lugar muy bueno para poder hacer la Transfagarasan y la Transalpina, las dos principales carreteras culpables de nuestro ansiado viaje. Después de haber recorrido míticas y preciosas carreteras teníamos ansia de ver estas dos ¿porque? pues igual por la multitud de fotos de compañeros, de anuncios, por sus estupendas vistas, por los osos... un poco por todo. Y no nos defraudaron.

Salimos de Brasov en dirección a Sinaia donde se encuentran el castillo de Pelles, el de Pelisor y el monasterio que da nombre a la ciudad.

El monasterio fundado a finales del s. XVII por el príncipe Mihai Cantacuzino tras una peregrinaje a Tierra Santa da el nombre también al pueblo y proviene del Monte Sinai.

El pueblo es un lugar muy turístico, que aprovecha sus famosos castillos y en invierno la nieve y la montaña. 

Todo en Sinaia desborda limpieza y encanto. Las casas, hoteles y lugares de restauración están super cuidados, no en vano a esta ciudad la llaman la Perla de los Cárpatos. Su centro de deportes de invierno y la estación de esquí más alta de Rumania, lo convierten en un o de los destinos turísticos más visitados por los rumanos.

Al llegar al parquing de los castillos, se nos acerco un señor a cobrarnos por aparcar, al principio pensamos que era un gorrilla que venia a aprovecharse de la situación, nada más lejos de la realidad, nos cobro un módico precio y nos dejo aparcar al lado de su coche, donde además nos guardo todos los bártulos de la moto, con lo que hicimos la visita la mar de cómodos, al salir otra pareja de austriacos con los que estuvimos charlando un rato le habían dejado también todos sus enseres. La amabilidad de la gente durante todo el viaje fue superándose día a día.

Entramos a las dependencias de los castillos dirigiendo nuestros pasos hacia el de Pelisor.

Un bonito castillo que fue la residencia de verano de los príncipes herederos. Lo mando construir Fernando I, más que un castillo es un bello palacio de estilo art-decó con un estilo menos recargado que el de su padre. Seguimos paseando por los inmensos jardines y llegamos al castillo de Pelles.

El gran castillo es de estilo neo -renacentista romántico. Se construyo por Carlos I en 1873, aunque era solo una residencia de verano no se escatimaron gastos y dispone de 160 habitaciones.

En su interior hay arañas de luz de Murano, cuero de Córdoba, porcelana de Sevres. Es una residencia decorada a lo grande, tanto es así, que fue el primer edificio en Europa en disfrutar de corriente eléctrica y ascensor. Hoy parece más un museo de exposición de grandes riquezas que un castillo ya que todo es impresionante.

Los jardines con terrazas y esculturas son dignos de un buen paseo y sobre todo el frescor de sus jardines boscosos. Caminamos entre pabellones de caza hoy convertidos en restaurantes y cafeterías y alguna que otra edificación.

Al bajar al pueblo de nuevo paramos, ahora si, en el monasterio. Este es conocido como la catedral de los Cárpatos. Su apariencia de iglesia ortodoxa llama la atención, lo mismo que sus torres con forma circular y todas las pinturas que rodean el exterior. 

El interior de la nave es pequeño en comparación con el exterior. Esta decorado  con murales y frescos y el iconostasio es muy llamativo. Actualmente esta habitado por una comunidad de monjes, algunos de los cuales te acompañan amablemente en la visita.

Deshacemos lo andado para tomar el desvió que nos llevara hasta Bran, porque aunque hemos decidido no visitar su interior no queremos perdernos el placer de contemplar el castillo de Drácula por fuera.

Uno de los grandes alicientes de cualquier vista a Rumania es todo lo relacionado con Drácula y aunque  no esta nada claro que aquí residiera Vlad Tepes este castillo es conocido por ello. Sus preciosas torres y el estar literalmente colgado en la roca le dan un enorme aire de misterio.

El castillo del s. XIIII paso por varias manos  hasta que se convirtió, ya en el s.XX, en la residencia de verano de los soberanos rumanos. Hoy en día es uno de los lugares más visitados del país de ahí que en sus alrededores los puestos de souvenirs se cuenten por decenas.

El calor ya a esa hora era importante y el gentío que había era más que considerable, comimos de picnic en un parque, a la sombra con unas impresionantes vistas al castillo y nos dirigimos a la visita más importante en este viaje: la Transfagarasan.

Es la segunda carretera de más altitud, pavimentada de Rumania. Sus 90km de curvas fueron construidos como una ruta militar estratégica, es conocida como "la locura de Ceaucescu", ya que el dictador quería un acceso para que sus tropas escaparan por las montañas ante una posible invasión rusa. Cruzando los montes Fagaras uniría la región de Transilvania con Valaquia.

En 1970 comenzó su construcción con  miles de soldados trabajando en duras condiciones para acabarla cuatro años más tarde.

Al alcanzar los 2042m de altitud suele estar cerrada, dependiendo de las condiciones climatológicas, desde mediados de octubre hasta junio, pero este año debido a la cantidad de nieve que ha habido la acababan de abrir hacia un par de días, a primeros de julio. El gentío era brutal, parecía el Corte Ingles el primer día de rebajas, autocaravanas, coches, autobuses, pocas motos para lo que esperábamos, pero mucha, mucha gente. 

La velocidad media de la carretera es de 40km a la hora debido a la cantidad de curvas que hay, un verdadero scalextric en uno de  los entornos montañosos más bellos que he visto.

Nos incorporamos a la DN7C, la denominación de la carretera, desde Curtea de Arges, y en unos kilómetros aparecen en lo alto de un risco las ruinas del castillo de Poenari, este si fue residencia de Vlad III el Empalador. Hay que subir 1500 escalones para disfrutar de las vistas desde los restos de sus torreones. Nosotros no teníamos intención de hacerlo, aunque seguro que merecerá la pena el ascenso.

Seguimos hasta la presa de Vidraru y su embalse construidos en los años sesenta. Al acercarnos llama poderosamente la atención la enorme estatua de Prometeo con un rayo en la mano símbolo de la electricidad.

En las inmediaciones de la presa era donde más gente había, sus paredes de más de 160 metros y el paisaje que hoy se podía disfrutar es un buen reclamo que todos querían inmortalizar. De hecho el embalse debido a la altitud suele estar cubierto de niebla, hoy no era el caso, tanto es así que no encontramos sitio para poder parar. Fue en el único lugar en todo el viaje donde vimos policía teniendo que dirigir el trafico.

Seguimos el ascenso bordeando el lago, disfrutando de los altos bosques y su sombra, y las siluetas de las altas montañas. En esta zona más sombría el trafico se redujo ya a unas cuantas motos y algún que otro coche.

Nada más alejarnos del embalse mi móvil comenzó a emitir una alerta y el de Juantxu también, en ese momento no sabíamos que era, pero son alertas que envían cuando hay osos en la ruta.

Así fue. En la siguiente curva una osa con tres crías acababa de cruzar de un lado a otro de la carretera, un todo terreno con rótulos de naturaleza intentaba dirigirla para que ascendiese por la ladera, pero la pobre estaba tan asustada con todos los retoños alrededor de ella, que no se movía. Al final consiguió que se alejara de allí, y nosotros pudimos retomar el viaje.

En unos cuantos kilómetros pudimos ver otro oso cruzando y casi posando para poder tomarle fotos.

Increíble que con todo el trafico campen a sus anchas pasando de un lado a otro, pero me imagino que al ser su ruta habitual y no llevar casi nada abierta la carretera todavía no se habrían aclimatado.

Y como no hay dos sin tres, más adelante pudimos ver otro.

Tras cruzar un túnel de más o menos un km que separa la zona norte de la sur, el túnel Capra, comienza la parte más bella de la carretera.

Cuando salimos de la galería  dirección Cartisoara parece que hemos cambiado de destino. Un valle inmenso, verde hasta hacer daño, con pinceladas blancas de  nieve, se ofrece a nuestra vista.

Tus ojos admiran una sucesión de curvas infinitas rodeadas de cascadas, caídas de agua, el lago glaciar Balea y un paisaje tan bello que parece irreal.

Arriba hay puestos de productos típicos al borde de la carretera, gente jugando en la nieve y un par de hoteles que hacen de este lugar un destino muy turístico tanto en verano como en invierno, cuando se convierte en una estación de esquí, ya que un teleférico une los 25km de carretera que suelen estar cortados.

El descenso del puerto se hace disfrutando de unas vistas espectaculares. La cascada Balea a unos 10km del lago es la caída de agua más grande, pero todo el camino esta plagado de ellas.

Cuando llegas abajo te da pena acabar la ruta y te dan ganas de volver a subir, pero la niebla se nos había echado encima y comenzó a caer una fina lluvia que presagiaba que en breve el tiempo se iba a poner peor.

Así que decidimos llegar a Sibiu y si la climatología nos lo permitía volveríamos a disfrutar de este espectáculo.

No fue posible, ya que al día siguiente no daban nada buen tiempo en la zona y todavía nos faltaba hacer la Transalpina. 

Llegamos a Sibiu, la ciudad de los mil ojos, llamada así  ya que la mayor parte de las casas tienen unos ventanales en sus tejados que parecen ojos vigilantes.

Sibiu es una de las ciudades mas bellas de la región de Transilvania y también una de las mas animadas. Proclamada como mejor destino turístico y mejor lugar para vivir en diferentes certámenes internacionales, es un lugar precioso y muy acogedor.

Nos acomodamos en nuestra habitación para los próximos dos días, donde aprovecharíamos para hacer la colada. El dueño del alojamiento hablaba italiano con lo que entre un chapurreado de español- italiano nos entendíamos muy bien con él. Nos ofreció su secadora para la ropa con lo que en un momento colada lista. Y a pesar que no suelo recomendar ningún alojamiento porque a cada uno nos gustan unas cosas, si voy a hacer referencia a este por su amabilidad. Estuvimos en Pensión Casa Aurelia, un lugar sencillo, la habitación limpia aunque no era grande tenia un espacio en el patio-jardín y nos dejaron guardar la moto en la zona delantera de la terraza.

Después dimos un buen paseo por el centro de Sibiu. Aunque es una ciudad grande, incluso tiene aeropuerto, el centro histórico se recorre muy cómodamente. Tiene una parte alta y otra baja unidas por tres pasajes y un puente todo ello jalonado por edificios históricos y monumentales.

Estábamos alojados en la parte baja, muy cerca del puente de los mentirosos, uno de los emblemas de esta bonita ciudad. Hay varias leyendas en torno a su nombre, que si dices una mentira cruje a tus pies, que si tiraban desde allí a las brujas que no acertaban en sus predicciones, pero la que más veraz parece era que por allí expulsaban de la ciudad a los vendedores que engañaban a sus clientes.

La ciudad baja esta llena de casas no muy altas y calles empedradas, acogía a las clases mas bajas y a los campesinos. La strada Cetati es la calle mas bonita y larga con numerosos bares y desde donde podemos observar tres de las torres defensivas que conserva la ciudad.

El puente es el acceso más rápido y corto a la parte alta de Sibiu. Se construyo en el s. XVII  y en sus inicios era de madera, en el s. XIX sustituyeron este material por hierro fundido y  fue el primer puente rumano realizado en este material.

Esta bellamente decorado con flores y es el lugar preferido para inmortalizar la visita a esta ciudad.

La Plaza Mare y la Plaza Mica, ósea la grande y la pequeña, son el epicentro de la ciudad. El ambiente era espectacular ya que se celebraba un festival de títeres y marionetas.

La Piata Mare era donde se han celebrado desde siempre mercados, reuniones y hoy en día exposiciones y conciertos. Todos los edificios de esta plaza están catalogados como monumentos históricos. Buena prueba de ello son el Museo Brukental, el Ayuntamiento o la Catedral Católica de la Santísima Trinidad.

La catedral construida a finales del XVIII es de estilo barroco. Llaman especialmente la atención las inmensas columnas en mármol de su interior.

En el exterior tiene una torre anexionada por debajo de la cual se puede acceder a la Plaza Mica. La Plaza Mica, no es para nada pequeña aunque sus edificios si lo son. Pero allí están gran parte de los restaurantes y cafeterías de Sibiu.

La strada Ocnei es la calle que pasa por debajo del puente de las mentiras y divide la Plaza en dos. 

Otro edificio que une ambas plazas es la Torre del Consejo. Es una torre defensiva que destaca por su altura y sus gruesos muros. Si no te importa subir escaleras podrás  disfrutar de unas bonitas vistas .

La Torre de las Escaleras y el Pasaje Scarilor son algún otro de los lugares emblemáticos y ambos unen las dos principales zonas del casco antiguo.

El pasaje pasa por debajo de las fortificaciones originales de la ciudad que se remontan al siglo XII.

En la parte alta se encuentra también, aunque un poco más alejada del centro, la Catedral Ortodoxa . Es un edificio moderno de principios del siglo XX, pero merece la pena su visita. Además de ser muy bonita y la segunda mas grande del país, se pueden observar en sus decoraciones los frescos que hacen referencia a los ojos de Sibiu.


Sobre los ojos también hay multitud de historias siendo la mas difundida que fueron construidos durante la ocupación alemana para observar a todos los habitantes, pero lo cierto es que las construcciones de las casa son todas anteriores a  esa época. Realmente esos "ojos" son las ventanas de las buhardillas de las casas.

La strada Nicolae Balcescu es la calle más animada y la que une el centro histórico con la parte más nueva de la ciudad . Esta plagada de gente, repleta de  terrazas, animación para los más pequeños y unos coquetos puestos donde poder adquirir algún que otro souvenir.

Cenamos en un restaurante con vistas a la plaza una rica parrilla de carnes típicas y tras un intenso día nos recogimos pronto para al día siguiente intentar atacar la transalpina y dependiendo de la climatología repetir la Transfagarasan o conocer más a fondo Sibiu.

A la mañana siguiente el dueño del hotel nos aconsejo tomar la 106E casi a la salida de Sibiu y pasando por Saliste enganchar ya con la Transalpina ya que según dijo era una carretera más de moto, con muchas curvas, y pasando por la Rumania más rural.

Buen consejo ya que era una carretera  que nos dejo ver la vida de la gente fuera de los núcleos más turísticos. Buen asfalto, buena temperatura y agradables paisajes. Se venia venir un gran día.

La DN67C transcurre por los Cárpatos meridionales, también conocidos por los Alpes de Transilvania, de ahí su sobrenombre, Transalpina, une Sebes con Novaci.

El paso Urdele es el punto más alto y esta situado a 2145m de altitud. Es por tanto la carretera más alta de Rumania.

Gran parte de la carretera discurre a una elevada altitud, por lo que en invierno del km 35 al 60 también se corta como sucede en la Transfagarasan.

El día estaba oscuro, el cielo encapotado y circulábamos al lado del rio y entre bosques. El ambiente de los Cárpatos y los altos pinos parecían querer atraparnos.

En un coqueto restaurante al lado de la carretera paramos a tomar un café y pudimos disfrutar de las cuidadas decoraciones con las que adornan todos sus locales. Aquí, no podía ser de otra manera, con la lana y textiles típicos de la zona.

Parada fotográfica en el Lago Oasa, donde nos encontramos con alguno d los pocos moteros que vimos, no se si seria por el clima, pero la verdad pensábamos que estas carreteras iban a estar mucho más concurridas.

Y en mitad de la ruta comenzó a chispear. No era mucho por lo que habíamos decidido continuar, pero la mala suerte nunca viene sola y zas, la gasolinera más próxima cerrada. Tuvimos que rearmar la ruta ya que no teníamos suficiente combustible para acabar  la Transalpina, el surtidor más cercano estaba a unos cuantos kilómetros pero en otra dirección.

Nos dio pena pero en esa zona todas las carreteras son bonitas y habíamos hecho una buena parte de lo planeado.

Despues de repostar y como el clima no acompañaba optamos por regresar a Sibiu para visitar todo lo que no nos había dado tiempo el día anterior. Paseamos entre puestos ambulantes, terrazas y mucha gente. Y viendo las muchas tiendas y puestos que se dedicaban a la venta de los goosie, bollos rellenos o con sabores, decidimos probarlos nosotros también. 

Más fotos en los bellos rincones con los que decoran muchas cafeterías. En este caso una bañera vieja les había servido de banco.

Después de todas las visitas culturales nos alejamos del centro histórico para visitar un restaurante mucho menos turistico. Nos adentramos en la ciudad recorriendo calles de casa bajas  en las que apenas vimos gente. Pero la cena valió la pena: una rica sopa de tripas, una carne deliciosa, regado con un vino de la zona y un buen postre pusieron un estupendo final a un maravilloso día.

A la mañana siguiente ponemos rumbo a nuestro destino más alejado Iasi, para llegar allí lo haríamos por las gargantas del rio Bicaz en los Cárpatos. Pasaríamos también por el Lago Rojo y recorreríamos 255km entre bosques para quedarnos a poquitos kilómetros de la frontera con Moldavia.

Los primeros kilómetros de la ruta fueron tediosos debido al trafico y a las obras pero luego disfrutaríamos de un  divertido recorrido motero. Una buena carretera con curvas, buen asfalto y  mejores paisajes.

La garganta de Bicaz está situada en el Parque Nacional Cheile Bicazului y es un cañón natural con unas formaciones de piedra que se elevan junto a la carretera.

A lo largo de ocho km circulamos entre estas grandes paredes de roca algunas de las cuales alcanzan los quinientos metros.

Ibamos paralelos al rio Bicaz y de vez en cuando en cualquier curva nos sorprendía algún tenderete en los que se vendía setas, fruta u objetos de recuerdo. La verdad es que en todos ellos había un montón de clientela.

Todo  entre inmensos pinos en el parque natural más desconocido para el turista extranjero.

A pocos km de las gargantas se encuentra el Lago Rojo. Este joven lago se formo en 1838 después de un época de fuertes lluvias y terremotos. La caída y el hundimiento del bosque de pinos de los montes Ucigas provoco la formación del lago. La tierra de color arcilloso que lo rodea fue lo que le dio el nombre. Hoy todavía se ven los pinos sobresaliendo de las aguas por algunas esquinas.

Junto a la carretera hay una gran zona de esparcimiento y un embarcadero donde se pueden alquilar barcas. Es un lugar donde a los vecinos de la zona les gusta disfrutar en verano.

Tras un apacible descanso para comer en este acogedor paraje, continuamos ruta. Se puso a chispear un rato pero por suerte solo fue un chaparrón de verano, entre tanto pino no me hubiera gustado tener que aguantar una fuerte tormenta. 

Al final conseguimos llegar a Iasi secos y como la temperatura fue subiendo, bastante acalorados.

Iasi es la segunda ciudad más poblada del país, fue la capital del antiguo Principado de Moldavia entre los s. XVI y XIX, y durante la I Guerra Mundial tras la caída de Bucarest se convirtió en la capital de Rumania.

Tuvo la primera universidad del país en 1862, hoy todavía sigue activa y ha trasformado a la ciudad en un centro muy cosmopolita gracias a los 80000 estudiantes de todo el mundo que se suceden allí curso tras curso.

Así el ambiente cultural impregna las calles y los edificios.

El teatro Nacional más antiguo de Rumanía se halla en esta ciudad.

La Opera. 


La Biblioteca Central, el Jardín Botánico y multitud de museos salpican todas las calles del centro, así como los imponentes edificios de las diversas facultades.

La amplitud de las plazas y calles y el estupendo tiempo que hace invitan a pasear. Desde la Plaza de la Unión entramos en la parte más monumental de Iasi.

Caminamos por el bello boulevard de B-dul Stefan cel Mare y podemos ver la Catedral Metropolitana, la Iglesia de los Tres Jerarcas y bellos palacios. 

Todo el bulevar esta jalonado de puestos con artesanía y productos naturales y floridos jardines.

A Iasi la llaman la ciudad de las 1000 Iglesias, y aunque nosotros no vimos tantas, si pudimos admirar unas cuantas alrededor mismo del boulevard.

La Catedral Metropolitana es un majestuoso templo de estilo neoclásico, su interior esta decorado exageradamente como en todas las iglesias ortodoxas.

Conserva las reliquias de Santa Parasqueva, patrona de Moldavia y ello atrae a fieles de todas las regiones circundantes. El recinto esta formado por varios edificios todos religiosos y rodeados de cuidados jardines.

Destacando una edificación pequeña pero con unos maravillosos frescos que invitan a que siempre haya alguien capturando con su cámara tanta belleza. 

En pocos metros podemos observar el Monasterio de los Tres Jerarcas, una construcción del s. XVII, donde son destacables sus tallas en piedra.

Varias Iglesias más se suceden en nuestro paseo como la Iglesia Armenia o el Monasterio de Barboi.

Pero lo mejor esta por llegar. Según nos acercamos a la Plaza Moldova se ve al final del boulevard reluciente e impresionante el Palacio de la Cultura.

Es un enorme palacio de estilo neogótico construido a finales del s. XIX sobre las ruinas de lo que fue la corte real de Alejandro el Bueno.

Esta rodeado por jardines y fuentes inspirados en los palacios franceses, pero no pudimos visitarlos ya que los estaban arreglando. Es el edificio más bonito e impresionante de Iasi.

Allí mismo se encuentra la iglesia de San Nicolae Domnesc, que es la más antigua de Iasi, y justo al lado la casa Dosoftei que fue la sede de la imprenta donde hicieron el primer libro en rumano en Moldavia. Magníficos edificios que no te llevara más de diez minutos una visita rápida y que no te puedes perder.

En un animado paseo pudimos comprobar el carácter cultural, el ambiente relajado y a la vez animado de esta grandiosa ciudad.

Hoy habíamos cogido un apartamento y después de tantos días fuera de casa nos apetecía cenar tranquilamente. En un supermercado donde la ayuda de sus empleados e incluso algún cliente que sabia castellano fue de agradecer, hicimos compra para cenar unos huevos fritos que nos supieron a gloria. Las cosas más sencillas siempre triunfan. O será que somos de gustos fáciles?

A la mañana siguiente abandonamos Iasi por el boulevard de Carol I donde pudimos contemplar las impresionantes fachadas de las Facultades y un sinfín de tranquilos y floridos parques.

Nuestra ultima ruta por Rumania iba a transcurrir por el norte donde íbamos a poder disfrutar de los magníficos monasterios pintados de Bucovina y sin dar tregua a nuestros ojos de las bellas iglesias de madera en Maramues. Todo ello pasando por deliciosos paisajes y pequeños pueblos donde el tiempo parece no haber transcurrido. 

Teníamos por delante cuatrocientos y pico kilómetros y un montón de visitas, contábamos con llegar casi de noche a nuestro alojamiento, pero al final el día se nos dio bien y pudimos visitar incluso Sapanta antes de cenar.

Todas las zonas rurales que habíamos visto hasta ahora tenían una mezcla de modernidad y tradición, pero es aquí en el norte donde mejor se aprecia. Se puede observar la arquitectura rural con casas e iglesias de madera y puertas magníficamente labradas y casas con modernos materiales. Ni unas ni otras pierden encanto.

Entre bosques misteriosos se ubican estos únicos monasterios pintados. Son en su mayoría Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, más en concreto ocho de ellos. Un tesoro de arte sacro bizantino.

Sus interiores pero sobre todo sus fachadas están repletas de pinturas. La mayoría están bien conservadas, en algunos laterales de los templos mejor que en otros debido a como les afecta por su situación las inclemencias climatológicas, pero casi todas ellas todavía nos dejan ver partes de la historia de la Biblia o de la vida de los Santos. Esto facilitaba el trabajo de los sacerdotes entre los fieles que se refugiaban en ellos ya que solían ser campesinos y no sabían leer ni escribir.

Aunque la zona de los monasterios esta alejada de las visitas más turísticas de Rumania merece la pena la distancia recorrida.

Todos tienen su encanto y cada uno tiene un color predominante, como todos están hechos a base de  pigmentos naturales se supone que las tintarían con los minerales más significativos de esa zona. Nosotros decidimos visitar tres de ellos el de Probota, Humor y Voronet.

El primero que nos quedaba en ruta era el de Probota. Se accede al monasterio cruzando la puerta de una torre defensiva de las dos que tiene. Uniendo ambas torres hay un corredor desde el que una amable monjita nos invito a subir y contemplar el bonito conjunto. Todos ellos están habitados por comunidades religiosas y por ello los jardines están perfectamente cuidados y en todos hay en sus laterales una pequeña huerta para su suministro.

El monasterio fue fundado en 1530. Los frescos exteriores son los más antiguos de todos ellos y no están demasiado bien conservados.

Casi todos los monasterios tienen la misma estructura con cuatro estancias diferenciadas. El pórtico, el nártex o pronaos, la cámara sepulcral, con las tumbas del benefactor y su familia, y el templo o naos. En  este hallamos la tumba del príncipe Petru Rares y el calendario ortodoxo representado en las bonitas pinturas del iconostasio.

El iconostasio es como el retablo en las iglesias católicas y esta decorado con madera tallada y pinturas. Tras una puerta esta la zona del clero y la mesa del altar.

Continuamos hasta Humor del que nos separaban 72 km. Abandonamos la carretera 208 para seguir por la 2E, paralelos al rio Moldova y en una ruta muy entretenida pudimos disfrutar de bonitas construcciones de todo tipo a lo largo de la carretera, pueblos bastante concurridos y sobre todo mucha naturaleza. 

Después de cruzar el pueblo de Humor nos desviamos por la 177.

El monasterio es del s. XVI y en el patio hay una torre defensiva de 1641.

Aquí el color que  predomina es el rojo. Las imágenes representan el asedio a Constantinopla y escenas de la Virgen.


Recorrimos con sumo agrado todo el recinto.

Desandamos el camino hasta el pueblo de Humor para en apenas 10 km llegar al monasterio de Voronet. A esta maravilla artística la llaman la Capilla Sixtina del Este, podéis imaginaros porque. Fue construido en 1488 en tan solo cuatro meses y esta dedicado a San Jorge.

Se distingue por lucir un color azul cuyo origen se desconoce y es tan  representativo que ha tomado el nombre azul Voronet.

Gracias al voladizo del tejado las pinturas exteriores han podido sobrevivir a la lluvia e inclemencias del tiempo mejor que en otros monasterios.

La pintura de mayor belleza es la escena de El Juicio Final. Indiscutiblemente todas las pinturas son magnificas: los signos zodiacales, escenas del antiguo y nuevo testamento, los numerosos ángeles y San Jorge matando al Dragon.  

Sucevita, Moldovita, Dragomirna, Arbore son algunos de los otros magníficos templos, cada uno con sus diferencias y todos tan parecidos, pero aunque se encuentran en un radio de pocos km, a nosotros nos queda todavía un largo viaje por delante para llegar a las iglesias de madera de Maramues.

La carretera que nos lleva has allí es sinuosa, ya muy cerca de la frontera con Ucrania, circulamos por el parque natural de los montes Rodnei, atravesando montañas, muchas curvas y verdes valles, nos adentramos en el mundo más rural de Rumania. Nos separan de la primera iglesia que queremos visitar unos 200 km, así que hacia la mitad del camino con unos frondosos bosques de abetos como decorado de fondo, paramos a comer, un bocata rápido, que hoy no hay mucho tiempo.

La carretera 18 era una verdadera delicia, con un asfalto estupendo, poco trafico y a la altura de Borsa un puerto muy divertido, no todo van a ser visitas culturales, hay que disfrutar un poco de la moto y de la carretera.

Transitamos por un mundo plenamente agrícola y ganadero donde a duras penas ha llegado la mecanización . Adelantar a carruajes tirados por caballos es lo más habitual. En algún sitio he leído que en esta región hay más carretas de caballos que coches, más azadas que bolsos, más bicis que motos y más iglesias que restaurantes.

Las enormes fincas dedicadas a la siembra y al pasto del ganado nos dejan bellas estampas como dar la vuelta a la hierba con la horca, contemplar las gavillas o ver como secan la paja, que en nuestro país era antes habitual pero hoy es muy difícil de ver. Es una vuelta relajada al pasado cercano del ambiente rural.

Los infinitos bosques dan a la madera mucha importancia, siendo el material más usado en las construcciones. Las bellas tallas de madera hacen nuestro paso por los pueblos un paseo super agradable.

Las flores, los pozos, ahora de adorno, pero que seguro hasta hace poco se usaban, y diferentes ornamentaciones nos dejan estampas dignas de fotografiar.

Y así poco a poco nos fuimos acercando a las iglesias de madera. Estas, fueron construidas entre los s. XVII y XVIII, en principio solo con madera, hoy varias de ellas restauradas o en proceso han incluido más materiales. Ocho de estas iglesias son Patrimonio de la Humanidad. Estos templos no se distinguen por sus adornos, aunque también los tienen sino por sus estructuras. Los campanarios puntiagudos rascan el cielo compitiendo entre ellos para alcanzar la mayor altura posible. Cuanto más alta la torre mas cerca de Dios estaban.

Hay 48 iglesias de madera catalogadas en esta zona, cada pequeña población tiene su iglesia de madera. Y aunque la primera que visitamos, no esta en la lista de la Unesco, decidimos entrar por encontrarse muy a mano en nuestro camino. Era la de St. Elijah en  Dragomiresti. Desde la carretera accedes por una bella puerta tallada a una empinada carretera hasta el interior del recinto. En la mayoría puedes aparcar muy cerca o incluso en el interior de los monasterios.

El templo antiguo fue construido en madera de abeto.

 Y cuando lo visitamos estaban  terminando de construir un templo más grande y más moderno.

Pero eso si, de madera igual de trabajada solo que ahora con clavos y elementos metálicos si hace falta.

Todos estos monasterios están habitados por monjes o monjas que conservan los recintos super cuidados.

Se nos echaba el tiempo encima y queríamos parar si o si en Barsana antes de que cerrasen, apenas 25km nos separaban de allí, y aunque por el camino vimos varias iglesias de madera pasamos de largo sin parar.

Y  conseguimos llegar antes del cierre. Y había tanta gente que no se ni cuando cerrarían, porque lo visitamos todo con mucha tranquilidad y parando a hacer mil fotografías y marchamos y seguía abierto.

El monasterio de Barsana es un lugar impresionante.

Se entra al recinto por la alta Torre central, es gratuito y esta habitado y regentado por monjas ortodoxas que te encuentras por todas partes y son super amables. El monasterio es de 1326 y  esta formado por varios edificios, la Iglesia. casas para los miembros de la congregación, una abadía, un museo, una tienda y unos cuidados y esplendidos jardines donde la paz y la tranquilidad se respira a cada momento.

Todos sus rincones enamoran. Es por su belleza el monasterio más visitado y un lugar donde el tiempo se te pasa volando y te invita a quedarte mucho más.


Su origen se debe a que en la colina de Ibar donde se sitúa el monasterio, fueron enterrados muchos fallecidos tras una epidemia de peste. Como fueron enterrados sin misa, ni funeral se decidió a posteriori levantar una iglesia para liberar las almas de los allí enterrados. 

La Iglesia original y que es patrimonio  de la Humanidad, sin embargo no se encuentra en el recinto, se localiza a 5km de allí y aunque se pasa por delante, no pudimos visitarla al encontrarse ya cerrada.

El interior de la iglesia principal se puede visitar y fotografiar. 

Por dentro tiene dos niveles uno a pie de calle y otro más alto, ya que esta levantada sobre una base de piedra. Su torre no es tan alta como el de otras iglesias pero su interior tiene una ornamentación ortodoxa que la hace muy vistosa.

Tras recorrer todo el recinto y haber tomado innumerables fotos, nos dirigimos a nuestro último destino.

Y por el camino seguimos disfrutando de las obras de arte que son las puertas y los arcos de entrada a las viviendas y a las fincas. todos, con bonitos adornos florales y esculpidos con mucho gusto y trabajo en la madera.

Hasta nuestro alojamiento de hoy no había mucho. Algo menos de 40km. Como las iglesias ya estaban cerradas a esa hora pero todavía era de día disfrutamos parando e inmortalizando los bellos lugares que nos rodeaban. 

La última visita obligada en Maramues era el cementerio alegre de Sapanta. El horario de visita es de 8 a 20 h. Hoy nos alojaríamos en la Pensión Ileana a escasos metros del cementerio, una estancia típica con muchos detalles de todas sus tradiciones.

Este curioso cementerio tiene su origen debido a que un artista local Stan Ioan Patras empezó a escribir en 1935 frases irónicas y epitafios con un tono de humor aludiendo a algún detalle u oficio del fallecido. Todas pintadas en azul, con un aire de arte naif que han hecho de este cementerio uno de los lugares más visitados y fotografiados de esta zona. Hoy el artista también se encuentra allí alojado con su cruz azul por supuesto.

Pero en el cementerio no solo se pueden ver las tumbas, también podemos visitar la Iglesia ortodoxa cuyos coloridos tejados llaman nuestra atención ya desde que llegamos. 

Esta iglesia del s.XVII, ha sido restaurada hace poco y han combinado la piedra, la madera y la cerámica de vivos colores para alegrar nuestra vista y estar en consonancia con el alegre cementerio. 

Los restaurantes, alojamientos y tiendas de souvenirs han ido proliferando a su alrededor y era un sitio muy, muy pequeño pero con una gran vida. Había además un montón de puestos con lo más típico de la zona: las alfombras tejidas, los gorros de los hombres llamados clop y las blusas bordadas de las mujeres.

A menos de cincuenta metros se halla la iglesia greco católica, también realizada en madera. Su interior no esta tan ornamentado como las iglesias ortodoxas pero tiene una escalera y unos bancos en madera realmente espectaculares.

Los alojamientos han sabido aprovechar el encanto de lo típico y rural del lugar y hay unas habitaciones donde la lana y los elementos populares tienen todo el protagonismo pero en las que disfrutas de todas las comodidades.   

Nuestra anfitriona nos dejo un libro en castellano con todas las citas de las cruces del cementerio, allí pudimos leer el epitafio de la tumba del maestro artesano que dice "Todos los días que he vivido no desee dañar a nadie, solo hice el bien tanto como pude sin importar a quien", verdad o mentira no lo sabemos pero lo escribió él por supuesto.

Y nos invito en un rincón del patio muy acogedor y adornado con elementos tradicionales a los dulces caseros mas representativos de la zona y a un licor "palinka" que es como un orujo de ciruelas, que no nos gusto nada, pero que ellos con su carácter amable y afectuoso te ofrecen con sumo agrado siendo lo mejor que tienen.

Y al día siguiente con mucha pena por irnos y muy contentos por lo disfrutado abandonamos el país en menos de una hora estábamos en tierras húngaras pero eso y el resto del viaje dará para otra crónica.

Multumesc a todos por leerme, al pueblo rumano por ser tan amables y sobre todo y ante todo a MI MOTERO FAVORITO que con mucha paciencia me lleva, me trae y me espera en mis múltiples visitas.











 











































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