miércoles, 26 de septiembre de 2018

Semana Santa: Desafio Oporto.





"El viaje no termina jamás.....El objetivo de un viaje es solo el inicio de otro viaje"

Salimos de Bilbao ya lloviendo, las previsiones climatologías eran nefastas para estos días, daban mucha agua, viento e incluso nieve.
No fue para tanto aunque si hubo inclemencias.


Con el chubasquero puesto, lloviendo y con algo de niebla nos dirigíamos a Burgos por autopista para recoger a nuestros tres compañeros de viaje.
Pasar el desfiladero de Pancorbo y salir el sol fue instantáneo, me recordó a la película de "Ocho apellidos vascos" cuando cruza hacia Mordor, nosotros al revés.



A pesar del sol, que se agradecía, hacia mucho frío por lo que no nos deshicimos del chubasquero, que también actuaba de cortavientos.
En Burgos repostaje para la moto y para nosotros y ya comenzamos ruta hacia Talavera de la Reina donde nos encontraremos a la hora de la cena con el resto del grupo.
En Roa nos cruzamos por primera vez con el Duero, río que vamos a ver mucho en nuestra ruta y al cual vamos a seguir por tierras portuguesas, hasta su desembocadura en Oporto.


Pasamos Peñafiel "ciudad deauvillera" por excelencia, y seguimos hacia Ávila cruzando tierras vallisoletanas y segovianas. Pasamos por Campaspero, donde según un buen amigo se come el mejor cordero del mundo, pero era temprano y no paramos a probarlo, otra vez será.



Y entre viñedos Ribera del Duero, trigales verdes, castillos en la lejanía e iglesias, paramos a comer un poco más allá de Ávila.


El camino de la tarde iba a ser más divertido púes cruzamos toda la sierra de Gredos, subimos por la zona oriental a unos 1500 metros de altura para luego bajar hacia Talavera.




En la sierra había mucha gente paseando, ya que el tiempo estaba despejado y era festivo, aunque hacia viento frío, la gente se anima a salir.



El trafico aún así era fluido y pudimos curvear con ligereza entre las enormes rocas graníticas que allí hay.



Entre encinas y robles, el enebro en las praderas, y los restos bien conservados de una calzada romana  construida entre los siglos I a.C. y el V d. C. y que  ha servido lo mismo como vía pecuaria que para facilitar el transito de tropas y mercancías entre las dos mesetas. Hoy es una bonita ruta senderista y un excelente mirador.


Nos acercábamos al destino y ya antes de entrar al centro de Talavera cruzamos y vimos alguno de sus famosos puentes. El paso del Tajo por esta ciudad ha hecho que se construyan cinco estupendos puentes a lo largo de su historia.
Destacar el puente viejo o de Santa Catalina y el puente moderno de Castilla - La Mancha.

Llevaba una larga lista de cosas que ver en Talavera, pero entre ponte bien y estate quieto no nos dio tiempo a nada más. Me ha quedado pendiente para otra ocasión: la plaza del Pan, las murallas, los jardines y la basílica de Nuestra Señora del Prado... Ya tenemos excusa para volver..
Cena de grupo para saludarnos todos y "breefing" para explicar las rutas de los dos días posteriores.


Al final éramos 26 personas  y seria conveniente hacer dos grupos para no ir muchas motos juntas.
A primera hora de la mañana salida desde la puerta del hotel hasta Lamego que era nuestra meta de hoy.


Cruzamos las dehesas extremeñas que estaban muy verdes al estar en las cercanías de los embalses del Tajo y por las lluvias de este año.
 Se veía la primavera en todo su esplendor.
 Lo que casi no vimos fueron los famosos cerdos extremeños, solo vi dos y casi de refilón, sin embargo había muchas vacas y muchas ovejas.


Llegamos a Coria casi el grupo al completo, como íbamos bien de tiempo y mientras esperábamos a los que faltaban vimos un poco de esta bonita ciudad.
Fue fundada antes de que los romanos la ocuparan pero debe a ellos su nombre actual. Sus murallas, se conservan prácticamente en su totalidad y tienen algún añadido árabe y medieval. Todavía conserva cuatro puertas, dos romanas y dos posteriores.


Nosotros entramos por la de al lado del castillo, que data del siglo XV y lo mandaron construir los duques de Alba, estaba cerrado por lo que lo vimos solo por fuera.


La catedral es gótica de transición con añadidos platerescos, y justo enfrente esta el palacio episcopal que hoy es un hotel de lujo, solo entramos al hall.


Entre Coria y Piedras Albas, que esta casi en la frontera, estaba la última gasolinera antes de la frontera, por lo que ha repostar todos juntos. Montamos una cola impresionante, entre los coches que ya había, las motos y los que iban llegando... estaba una chica sola y no se como lo aguanto...
Después de un buen rato, ya con retraso sobre el horario previsto pasamos Piedras Albas, último pueblo a este lado de la frontera, desde allí hay apenas seis km. hasta el puente que hace de frontera.
Este pueblo tuvo su importancia cuando la frontera funcionaba, ahora ha perdido mucha población por las pocas posibilidades de desarrollo de la zona.
El puente Romano que sirve de frontera fue construido en la misma época que el puente de Alcántara, su hermano mayor. Esta construido sobre el río Erjas, tiene cinco arcos, los dos de las orillas son originales romanos, los tres del centro han sido reconstruidos en épocas posteriores.


Tuve allí la grata visita de mis amigos Pili y Antonio que pasaban unos días en Piedras Albas.
Nos adentramos ya en Portugal hacia Castello Branco, pueblo en el cuál veremos las ruinas de su castillo y las vistas que allí se contemplan.



Después parada para un refrigerio  y fuimos a aparcar las motos debajo del paso elevado que une los jardines de la  ciudad con el jardín "do paço episcopal". Son unos jardines barrocos, símbolo de la ciudad, tiene numerosas estatuas, fuentes y varios niveles comunicados por escalinatas. 


En todas las ciudades y pueblos portugueses las zonas más antiguas tienen el suelo empedrado que parece muy bonito pero es un poco incomodo e inseguro.


De allí, adentrándonos por la sierra de la garduña, fuimos a comer a Paúl, en el restaurante Sogrelhados, comimos lo típico de la zona : además de entrantes varios, un puchero con alubias y arroz, unas verduras muy verdes y con bastante vinagre, y luego carnes varias a la brasa.


Empezó a llover con fuerza y así estuvimos toda la tarde, pero no nos quedaba más remedio que seguir ruta hasta llegar a Lamego.
Cruzamos la sierra de Estela, ya mojados hasta las entretelas, pero no nos importo parar a ver la cascada de "poço da broca", las fotos no son buenas porque ya tenia todo el objetivo mojado.


Una cascada preciosa para ver en un bonito día de primavera, pero así no.
Había barro hasta el tobillo, pero no podíamos quedarnos sin foto!


Todo este lado de la sierra esta devastado por los incendios que ha habido año tras año en Portugal, y con el diluvio que estaba cayendo, la tierra no podía retener el agua , caía como verdaderas cascadas por las laderas hasta la carretera, así que había charcos que parecían lagunas.



Empezamos a ver muchas viñas, señal de que nos acercábamos a la zona de Porto.


Seguía lloviendo sin parar, se hacia de noche y ya casi en la puerta del hotel nos despistamos de todos y nos quedamos solos debajo de una granizada impresionante , que nos hizo parar y esperar al lado de la moto hasta que paso lo gordo, el suelo estaba blanco, y a 5 km. por hora, casi parados, pudimos llegar al hotel resoplando como caballos.


En el bar del hotel había una chimenea encendida, que tras la ducha, nos vino de perlas para relajarnos y además poner la cámara a secar porque ya no respondía de la humedad que había pillado. Tanto a la cámara como a nosotros nos vino bien el relax y ya salimos a cenar con las pilas cargadas.
La cena lo típico de la zona: cabrito con arroz asado al horno y bacalao al garçon, un vinito de Porto y una foto a los pies del santuario de nuestra señora de los Remedios, que veremos mañana de día.
Lamego merece una visita más larga y pausada que la que hicimos, fue una de las primeras ciudades en ser sede del obispado por lo que tiene muchos edificios artísticos.


Nosotros, solo vimos el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios. Lo que mas llama la atención es la impresionante escalinata con 686 escalones en granito. En cada tramo, tiene nueve diferentes, hay plazoletas con fuentes, estatuas y azulejos. La Plaza de los Reyes es la más monumental, tiene en el centro la Fuente de los Gigantes, con un obelisco de 15 metros de altura sostenido por cuatro grandes esculturas que representan gigantes , por los cuales sale el agua, esta rodeada por 18 estatuas  y presidida por un enorme panel de precioso azulejo azul típico portugués.




El templo por dentro es barroco con unos impresionantes retablos de talla dorada y rematados por un alicatado con azulejos azules y blancos.

Subimos al santuario rodeando su frondoso parque y observando las magnificas vistas que desde allí se veían
.

No nos dio tiempo de más pero merecen la pena visitar, por lo menos eso dicen, la catedral, la ciudadela y el castillo.
Hoy el día es estupendo, despejado y con buena temperatura, así que hicimos una estupenda ruta siguiendo el curso del río Duero hasta Oporto. Paramos en algunos miradores y puentes para hacer alguna foto.



Rozando la media mañana llegamos a la ciudad de Oporto.


 Hacía un día estupendo, la temperatura al lado del mar había subido. Entre las obras y el mogollón de gente y de trafico, en el centro, nos resultaba casi imposible circular. El dichoso empedrado y que todas las calles están en cuesta no ayudaba mucho.
Paramos, que no aparcamos, debajo del puente San Luis I.


La idea original era hacer una foto de grupo, pero no iba a ser posible, además nos estábamos poniendo nerviosos, yo más que nadie (no me gusta ir con la moto por ciudades con mucho barullo), por lo que decidimos ir al hotel a dejar todo y luego acercarnos al restaurante que estaba en Vila Nova de Gaia, que es la zona al otro lado del puente.


Comimos estupendamente mirando a la desembocadura del Duero y el núcleo urbano al otro lado del río. Platos típicos y un rico vino de Oporto.



Después de comer dimos un paseo por toda la ribera del río y paseamos entre las bodegas, contemplando las coloridas casas de ambos lados.


Vimos también un lavadero, igual que los de antes, con una pila grande y todas las mujeres juntas a lavar, pero cubierto y más moderno, luego había unos enormes tendederos en la calle junto al río.



Pasamos por  infinidad de terrazas, había numeroso publico visitando las bodegas.
También pequeños reductos donde reparaban los ravelos, que son las embarcaciones donde se transportaban los barriles de Oporto de una orilla a otra.


El vino de Oporto tiene la peculiaridad, con respecto a otros vinos, que le añaden aguardiente para interrumpir su fermentación, de esta forma se conserva la dulzura de las uvas y un alto nivel de alcohol.
Oporto es la segunda ciudad más importante de Portugal, llama la atención el contraste entre sus elegantes barrios y villas señoriales, y el reducto antiguo con estrechas y empinadas calles que ha sido declarado patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Aún teniendo muchas cosas que ver, esta todo cerca y se puede hacer a pie.


Al cruzar el famoso puente San Luis I, construido por la empresa Eiffel, lo primero que decidimos visitar fue la catedral.


Esta en lo alto de Oporto, junto a las murallas que protegían la ciudad, por fuera parece una fortaleza con almenas.


En el centro de la Plaza de la catedral hay una columna que era utilizada para colgar a los criminales.


Casi al lado esta la estación de San Benito, es una de las mas llamativas de Portugal, fue construida sobre los restos de un antiguo convento, aunque su fachada es muy señorial, lo mas bonito es el hall con más de 20.000 azulejos retratando la historia de Portugal.


La Plaza da Liberdade esta prácticamente seguida, es la plaza principal de Oporto, con el ayuntamiento en un extremo y en el otro la estatua ecuestre del rey Pedro IV.


Seguimos nuestro recorrido hacia la torre de los Clérigos, en el alto que llamaban el cerro de los Ahorcados, pues allí se enterraban a los ajusticiados. Es la torre más alta de Portugal, con 76 metros y mas de 200 escalones, que te llevan a lo alto para observar unas bonitas vistas de la ciudad.


Al lado de la torre hay una tiendecita de latas de sardinas en aceite con el año impreso y cosas curiosas de ese año. Nos hicimos una foto con nuestro año de nacimiento. Es una tienda curiosa, original y bonita.



Nos falto visitar la famosa librería de Lello e Irmao, que inspiro los decorados de la película de Harry Poter, pero estaba cerrada hacia tiempo y mañana domingo no abrían. Otra vez será!
Teníamos los pies ya calentitos por lo que decidimos retirarnos al hotel, para cenar allí con todo el grupo.
Al día siguiente teníamos día libre, muchos fueron a Oporto, pero como nosotros ya habíamos visto mucho , decidimos hacer una pequeña ruta a la mañana para conocer algún bonito pueblo cercano y luego a la tarde volver a Oporto para hacer alguna compra.
Al final estuvimos todo el día de ruta. Se junto todo, el trafico, despistes varios y lugares interesantes.
Lo pasamos estupendamente y fue el día que mayores risas nos hemos echado. Hacer rutas con buenos amigos y buena gente, buen tiempo y bonitos paisajes es todo un lujo.
Salimos siete motos en dirección a la costa, pero al poco rato decidimos cambiar el rumbo pues con el buen tiempo todo el mundo se dirigía al mismo lugar.
Nos adentramos en el interior , hacia el pueblo de Amarante.



Es un pueblo pequeño pero con mucho encanto, en una esquinita esta concentrado todo lo que tiene que ver, parece una esquina de postal.


El puente de San Gonzalo sobre el rio Tamega, junto a la Iglesia y convento del mismo nombre, que datan del siglo XVI.


Al ser domingo de Resurrección, había misa y procesión, salieron gentes vestidas con trajes típicos y cruces que daban a besar a la gente, y detrás una banda de música...y tocando un paso-doble español...parecía un poco de película de Berlanga.


Entramos en el café bar San Gonzalo, que es un bar de los que están dentro de la ruta de los cafés con historia. Se fundo en los años 30, era parada obligatoria de muchos artistas, políticos y figuras ilustres de la sociedad portuguesa de la época. Una de esas figuras era el escritor Teixeira de Pascoaes, cuya estatua esta en el hall del café. Nació en este pueblecito y fue uno de los escritores mas importantes del siglo XX.


Comimos unas talas de embutidos, carnes de la zona y otros "francesinha pobrezinha" sin "cucumelos" que no había, esto es una especie de sanwich con carne, fiambre, queso, y varias cosas rebozado y en salsa, muy contundente... lo de los cucumelos es una anécdota con la camarera que nos sirvió para reírnos un rato.



Después de comer y por unas carreteras divertidas, fuimos hasta Guimares.
En Portugal viven mucho la Semana Santa, durante todo el día estuvieron tirando cohetes y petardos en señal de alegría por la resurrección, muchas casas tenían a su puerta alfombras y caminos hechos con pétalos de flores para que el cura pasara por ahí a bendecir.


Llegamos a Guimaraes, por la zona de Monte Largo, para ver el castillo que defendió a la ciudad de los ataques de árabes y normandos.


Justo enfrente el Palacio de los Duques de Bragante, inspirado en la arquitectura norte-europea.


Y  a su lado una pequeña iglesia, donde fue bautizado Alfonso I, el primer rey de Portugal, que fue nombrado rey tras ganar la batalla de Mamade y llevar a Portugal a la independencia. Por eso dicen que Portugal nació en Guimaraes.


Ya casi de noche volvimos al hotel, sin darnos tiempo de nada más. Pero fue un día bien aprovechado.
Tras la cena de despedida y fotos de todos los grupos y motoclubs participantes nos dijimos adiós.

El lunes amaneció triste y lluvioso, yo creo que porque nos tenia que despedir... y con los chubasqueros puestos de nuevo comenzamos a partir rumbo a casa.
La idea inicial era parar en las Arribes del Duero, ya que habíamos estado con el río tantos días,  pero como llovía y hacia viento, cogimos la autopista para avanzar más rápido.
Fue cruzar la frontera y dejar de llover así que al final decidimos parar en Zamora a pasar el resto del día.
Dicen que cada ciudad tiene un rio donde mirarse y Zamora tiene al Duero.
Paseo por todo el casco viejo, visita a la catedral y sus esplendidos tapices, y foto desde el puente con la panorámica de la ciudad y al revés, vista del precioso puente románico cuyos ojos han visto pasar siglos de historia y crecidas.



Probamos el vino de Toro en la cena, y a la mañana siguiente caminito hacia el norte. Cruzamos Palencia pasando por debajo de la atenta mirada del Cristo del Otero.


Cruzamos los viñedos de Cigales.



Vimos la preciosa puerta medieval de Sasamón .


Y desde allí, bajando el puerto de las Mazorras, tras seis días de ruta y un montón de kilómetros y recuerdos llegamos a Bilbao.


Solo me queda agradecer a Luis y Joana la planificación del viaje.
 A Nuno y el Motoclub de Oporto por sus indicaciones.
 A todos los participantes por ser como son, que hacen fácil la vida del compañero.
A los deauvilleros que nos han acompañado porque son geniales.
Y como no a mi motero favorito que además de llevarme, aguanta mis manías y mis run-runes detrás de su oreja.
Bueno ya sabéis, como siempre os digo ME ENCANTA VIAJAR EN MOTO, y cada día más.


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